El Movimiento Slow nace en Italia a mediados de los años 80, justo en una protesta vecinal contra la instalación de un Mcdonald en la bellísima Plaza de España en Roma. Allí se acuña por primera vez el término Slow Food (Comida lenta) en contraposición con la Fast Food (Comida Rápida o Comida Basura).
El movimiento Slow Food proclama la protección de los productos estacionales, frescos y locales. Defiende la producción de alimentos de manera sostenible a través del culto a la diversidad y alerta de los peligros más que evidentes de la explotación intensiva de la tierra con fines meramente comerciales.
Tras este movimiento inicial aparecen por todo el mundo nuevas aplicaciones a otros ámbitos esenciales de nuestra existencia, como la salud, el trabajo, la educación o el mismo sexo. Actualmente se extiende por más de cincuenta países y más de 800 “convivia” o “grupos locales” ya lo practican.
El Movimiento Slow nace con cierta actitud contestataria a la “norteamericanización” de Europa. Su intención es iluminar la posibilidad de llevar una vida más plena y desacelerada, haciendo que cada persona pueda controlar y adueñarse de su propia vida.
Existe un dicho africano según el cual “todos los hombres blancos tienen reloj, pero nunca tienen tiempo”.
Al hilo de este movimiento se ha desarrollado un denominado slow marketing que se corresponde con la intención de movilizar estas motivaciones hacia el campo de la promoción publicitaria. Como suena. El slow marketing busca soluciones para negocios que quieran humanizarse y destacarse del resto de los de su tipo por una oferta de servicios más cercana y singular.
Slow marketing, la publicidad pausada y consciente.
Un ejemplo es la campaña creada por Sra Rushmore para FLEX:
Sra. Rushmore es la agencia responsable de 40 días en la cama, una iniciativa con la que Iván y Camy, dos personas involucradas con el movimiento slow, pasarán los próximos dos meses en una cama para reivindicar un mundo más acorde a los fundamentos de este movimiento. El movimiento slow surgió hace años como una reivindicación de una vida más plena y desacelerada, en la que haya tiempo para las relaciones personales y los pequeños placeres.
Detrás de esta iniciativa está Flex, que ha puesto la cama, compuesta por un colchón de su nueva gama BioCeramics. Desde ella, Iván y Camy llamarán la atención sobre el exceso de velocidad y el estrés con el que vivimos hoy en día, al igual que en los Sesenta, John Lennon y Yoko Ono pasaron una semana en la cama para protestar contra la guerra de Vietnam en el famoso Bed-in for peace.
merece la pena echarle un vistazo.
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